Nuestra Querida Chincha

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lunes, 3 de junio de 2013

LEYENDAS CHINCHANAS


La Procesión de las Ánimas
En una de las calles principales de Chincha Alta, de esto hace muchos años, había una mujer que le gustaba enterarse de la vida y milagros de todo el mundo.
Para satisfacer su enfermiza  curiosidad, se había hecho construir una ventanita especial en la puerta de su casa, para así poder observar todo cuando ocurría durante la noche y de esta manera al día siguiente estaba enterada de todos y cuando le iban a contar algo, ella, como se dice, se los madrugaba, porque conocía ya todos los detalles, de aquellos que relataban con novedad.
Una noche siguiente su costumbre, se encontraba curiosamente a través de  su estratégica ventanita, cuando de pronto escuchó una extraña música que avanzaba lentamente por la calle, puso toda su atención y comprobó que se trataba de una procesión que iba a pasar por la puerta de su casa.
La procesión fue acercándose lentamente y cuando estaba frente a ella, uno de los acompañantes se le acercó y le dijo con voz gangosa: “Tome esta cera y alumbre”, acompañado la acción a las palabras le dijo algo que a simple vista parecía una cera y la mujer agarró lo que le dieron y al verlo más de cerca se dio cuenta que lo que tenía en su mano era una canilla de un muerto, se desmayó en el mismo instante que se dio cuenta…
Al día siguiente fue una amiga a visitarla y la encontró desmayada tras la puerta, sosteniendo en su mano la canilla de un muerto…De esta manera pagó bien caro su defecto de enterarse de las vidas de las personas de su barrio…
 

La Calavera de la Lavandera
Una pobre mujer, de oficio lavandera, tenía en su casa una calavera, a la que había hecho la promesa de velarla todos los lunes, porque en ese día de la semana ella se ausentaba de casa para entregar la ropa limpia y recoger a su vez la ropa sucia para lavarla. Su devoción por la calavera tenía por objeto que sirviera de celoso guardián en los momentos que ella se encontraba en la calle y no permitir que le robaran los objetos que poseía.
Era un día lunes, y la mujer estaba planchando la ropa que acababa de recoger del cordel.
Estaba tan afanada en su tarea que se había olvidado de prender la vela a su calavera y era día lunes. Al darse cuenta de su olvido, sale presurosa de su casa para comprarla en el chino de la esquina.  Un hombre la vio salir y como sabía que la lavandera tenía ropa muy fina, pretendió robársela penetrando con todo sigilo en la casa. Cuando estaba haciendo un gran paquete con la ropa limpia, oye una voz que le dice: “Deja lo que no es tuyo”. Pero él no hizo caso porque creyó que era su imaginación la que estaba hablando en esa forma. Continuó arreglando el producto de su robo y cuando se disponía a salir por la puerta de la calle, siente que la calavera comienza a moverse y que le repite en tono más alto: ·Deja lo que no es tuyo”. El hombre soltó  el paquete y salió corriendo a toda velocidad, presa de un enorme miedo, hasta caer desmayado a pocos metros de su casa. Cuando regresó la lavandera encontró el paquete en el suelo y al ladrón en estado inconsciente. Llamo a la policía y él contó qué había sucedido…En esta forma la calavera cumplió con sus funciones de guardián, salvando a la pobre lavandera, la que no dejó de velarla los días que tenía costumbre.

El puerco de plata

Cierto día. Un chacarero, camino a su hogar después de haber  vencido las fatigosas tareas del campo, encuentra en su ruta un par de puercos, uno era blanco y el otro colorado.
Se decide apoderarse de uno de ellos en vida que parecía no tenía dueño. Se aproxima a ellos y, de un salto, agarra al chanchito blanco metiéndolo en su costal. Al colocar el costal sobre su espalda, siente un gran peso, porque el chanchito era bien gordo y se dirigió a su casa pensando en los buenos kilos de manteca y en los sabrosos chicharrones que comería al día siguiente. Todo sudoroso y cansado llegó a su choza, y después de haber descargado, decide darle un vistazo al chanchito. Abre su costal y se da cuenta que el animal se había convertido en plata. ¡Un chancho de plata!... Jubiloso llama a su mujer y, después de contarle lo que sucedió, dijo: “¡Qué tal si chapaba al puerco colorado, seguramente se habría convertido en oro!”
 
El banquete
En Grocio Prado dicen que había un anciano llamado Nicodemo. Cada año cuando celebraba su cumpleaños mucha gente llegaba a gorrear la comida. El anciano mataba sus chanchos, pollos y a las doce de la noche la banda y gente llegaba en cantidad. Ese año el anciano fue muy astuto. Un día antes se fue a la playa y se trajo como dos sacos de patillos. El día de la fiesta preparó una gran sala y empezó a hacer pasar a sus invitados y también a los gorreros. Dice que comienza a dar a los gorreros el caldo y después el segundo con unas presazas. Y dicen que los gorreros estaban asombrados y felices mientras comían y comían. Como estaban con hambre toditita la comida se la volaron y todavía  le hacían cachita a los demás que todavía no les servían. Cada uno con su platazo y gritando “¡Que viva el santo!” y todos los gorreros respondía “¡Que viva!”. Y decían: “Pucha que el viejo se ha portado mejor que otros años”. Y dice que cuando estaban comiendo el anciano decía: “Ya su cachina, denles su cachina, su cachina” porque después tenía miedo de que el platillo les haga daño a sus comensales. La cachina pasaba y todos quedaron forraditos con cachina y todos brindaban por Nicodemo. Y cuando terminan de comer, porque la gente del viejo estaban todos aparte, don Nicodemo dice: “¡Quieren más!” y algunos volvían a repetir. Y cuando terminaron de comer y algunos estaban ya un poco huasca don Nicodemo les dice “¿Ustedes saben lo que han comido? Algunos dijeron: “Claro Don Nicodemo, gallinita pues Don Nicodemo, gallinita pues y don Nicodemo les dijo: “Yo quiero que ustedes sepan lo que han comido, vamos para la cocina, para que vean lo que han comido”. En la cocina les enseña todas las cabezas de patillo. Pucha que los patas salieron corriendo de la cocina. Unos se metían los dedos a la boca para arrojarlo pero no podían porque ya habían tomado cachina en cantidad. Así fue como todo Grocio Prado se enteró y decían: “Ese viejo es un cochino”. Pero el Viejito repetía: “Y eso les pasó por gorreros”.

24 comentarios:

  1. muy buenas nuestras leyendas, ya había escuchado alguno en reunión con agricultores de la zona de grocio prado y los felicito por la preocupación en difundir lo que se desconoce de nuestros ancestros. es una reliquia en su pensar que ustedes lo plasman en una página. sigan así y consigan una edición en revista u obra pequeña para que se pueda compartir en las instituciones educativas como parte del plan lector.

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    1. Gracias por sus apreciaciones Abel, vamos a tener en cuenta su sugerencia, seguiremos investigando y entrevistando, estamos publicando la parte II de las leyendas. Nos sentimos bien al saber que podemos contribir a la mejora de los aprendizajes, en cuanto a lectura se refiere.

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  2. Danilo Avalos Saravia12 de junio de 2013, 11:49

    Me parece una buena recopilacion de leyendas de chincha siempre es bueno difundir esto puesto que forma parte de nuestra cultura, ademas es interesante porque cada lectura nos deja alguna enseñanza la cual debemos de identificar leyendo con mucha atencion........

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  3. Está buena la primera me ayudo en mi tarea y me saque un 20

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  4. Imágenes del banquete

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  5. Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaáaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiioooooooooooooooooooooouuuuuuuuuuuuuuuuuuu

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  6. Geghwbwbwjj
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